Estar expuestos al ruido puede provocar pérdidas irrecuperables en la audición y/o efectos fisiológicos, como alteración del sueño, cansancio y estrés.

El daño producido por el ruido depende del nivel de la presión sonora, la duración de la exposición, el número de veces por día que se repite la exposición y la susceptibilidad individual.

Los sonómetros se utilizan para medir el nivel de ruido directamente en el local.

Los dosímetros, en tanto, son equipos que el trabajador lleva encima con el fin de realizar las mediciones de su exposición al ruido durante un período, por ejemplo, durante las ocho horas de la jornada laboral. A través de estos equipos, que miden tanto los períodos de actividad como los de descanso, se obtiene el valor de la dosis de ruido durante el período de análisis considerado.

Las herramientas de medición permiten conocer el nivel de Exposición de las personas al ruido.

La medición se expresa en unidades dBA, correspondientes a la escala de ponderación A. La razón principal para el uso de esta escala es que diversos estudios han mostrado una buena correlación entre el nivel sonoro A y el daño auditivo, así como con la interferencia a la palabra. De esto resulta que el nivel sonoro con ponderación A es la mejor medida única disponible para evaluar y apreciar correctamente los problemas de ruido.

Pero también se utilizan las unidades dB (decibelio), que reflejan la potencia y la intensidad del ruido. Como el oído humano no sigue una escala lineal, debido a las variaciones de intensidad, el dB sigue una escala logarítmica y es apto para medir el sonido que advierten los seres humanos. En este caso se considera como umbral de audición humana los 0 dB y como el umbral del dolor, los 140 dB.

En resumen, la unidad dBA se diferencia de la unidad dB porque filtra las bajas y las altas frecuencias, y deja únicamente las que producen mayor daño al oído y que implican un riesgo auditivo. Como ejemplos de esta escala, podemos nombrar diversas mediciones: el despegue de un avión (140 dBA), un martillo hidráulico (120 dBA) o una aspiradora (70 dBA).

Efectos del ruido

Estudios han demostrado que el ruido es mejor tolerado cuando el individuo lo considera inevitable. Por lo tanto, es más fácil tolerar el ruido producido por la lluvia que el de una canilla goteando de forma repetitiva. Esto es debido a que toleramos mejor los ruidos aleatorios que los repetitivos.

Cuando se trata de definir si los 80 dbA implican un nivel en el cual el riesgo es nulo, independientemente de la duración de la exposición, al estudiar la población en porcentajes, aparece otro factor que influye en esos estudios: la presbiacusia. Esta es la clasificación que se le otorga al individuo que sufre hipoacusia por envejecimiento. Y, por otro lado, existen estudios que indican que no se trata en realidad de presbiacusia sino de socioacusia, la cual es la hipoacusia debida a la exposición al ruido social o comunitario.

Según las normativas existentes no es necesaria la protección auditiva por debajo de los 80 dBA. Por encima de los 85 dBA deben adoptarse obligatoriamente medidas de protección, como el aislamiento o apantallamiento del equipo que genera el ruido, la revisión de los equipos para encontrar la causa del ruido, la utilización de cerramientos insonorizados o equipos de protección personal auditivos (tapones). Dentro del rango de los 80 dBA a los 85 dBA los trabajadores deben contar con protectores auditivos, pero no están obligados a utilizarlos.

Las legislaciones laborales normalmente permiten exposiciones a niveles de 85 dBA o hasta de 90 dBA, pero obligan a los empleadores a realizar exámenes periódicos a sus empleados, de modo de cambiar las funciones de aquellos que resulten más susceptibles a sufrir pérdidas irreversibles.

Pero la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) había determinado en el año 1974 que para proteger virtualmente a toda la población, incluyendo a los individuos más susceptibles, el nivel sonoro promedio durante las 24 horas del día no debería superar los 70 dBA. Y que no debería exceder los 75 dBA durante una jornada laboral de ocho horas, siempre y cuando el resto del tiempo el nivel de exposición se mantuviese notoriamente por debajo de ese valor.

Este criterio difiere de forma substancial del criterio utilizado por la norma ISO, dado que esta última considera que se ha producido un déficit auditivo cuando el umbral de audición aumenta solo 5 dB y no 25 dB, por lo tanto es un criterio mucho más estricto.

Es de notar que el límite de la EPA es un valor promedio, lo cual significa que normalmente se toleran bien niveles mucho más elevados durante períodos cortos de tiempo. Pues por cada reducción a la mitad de la exposición, el nivel seguro puede aumentarse en 3 dBA. Por ejemplo, durante cuatro horas diarias serían admisibles 78 dBA. Durante dos horas serían admisibles 81 dBA y durante una hora serían admisibles 84 dBA. No se recomienda la exposición a niveles superiores a los 100 dBA, ni siquiera durante lapsos muy cortos, dado que algunos individuos muy susceptibles podrían experimentar un daño auditivo irreversible.

Tal como se puede observar, los límites laborales tienden a ser mucho más permisivos que los ambientales. La razón de ello es que aparte del factor de la seguridad y el bienestar se tienen en cuenta otros factores como cuán factible es, desde el punto de vista económico, reducir la emisión de ruido en el puesto de trabajo.

El documento de la EPA también abordó en su momento la interferencia con las actividades y las molestias a nivel comunitario. En este caso planteó niveles mucho menores, y recomendó que existiera un nivel promedio de 55 dBA durante el día y de 45 dBA durante la noche. En tanto que para el interior de las residencias, indicó 45 dBA durante el día y 35 dBA durante la noche.
Sin embargo, la reglamentación sobre los niveles de ruido es más permisiva, pues admite niveles mayores cuando la fuente ha estado presente durante muchos años o, en el caso del ruido producido por el tráfico, asumiendo que, por ocurrir durante un lapso muy breve de tiempo por cada lugar, la responsabilidad es del conjunto de los vehículos y, por lo tanto, no puede sancionarse el vehículo en forma individual.

Ototoxicidad

Se ha demostrado que quienes trabajan en locales donde se utilizan productos químicos, así se trate de locales con ruido debajo del nivel de las medidas preventivas, deben utilizar también una protección auditiva simultáneamente con el respirador. Esto se debe a que numerosos productos químicos industriales son ototóxicos (producen daño en los oídos) y se suman al daño de la audición que sufren por el ruido industrial al cual están expuestos frecuentemente.

De todo esto se deduce que la exposición simultánea al ruido y a estos productos químicos devastan la audición. Pues los efectos son generalmente sinérgicos, es decir, el daño total es mayor que el daño causado por la suma de las partes.

Los estudios demuestran que los efectos del ruido sobre los trabajadores industriales tienen una incidencia mayor en la pérdida auditiva en aquellos expuestos a niveles de ruido más bajos que en quienes están expuestos a niveles de ruido más altos. Pero los trabajadores expuestos a niveles de ruido más bajos y que también fueron expuestos a solventes industriales simultáneamente sufrieron una aceleración en la tasa de pérdida de audición.

Los productos químicos que causan esto son los solventes orgánicos: benceno, tolueno, xileno o estireno. Contribuyen al estrés tóxico en el oído interno (local de inicio de la pérdida auditiva) y también pueden degradar el funcionamiento de los circuitos neuronales de las vías auditivas en el cerebro. Pero este daño neuronal no se limita a perjudicar la audición, sino que otros sentidos, como la visión y el olfato, la función cognitiva y la coordinación motora pueden ser perjudicados en mayor o menor grado y de forma temporal o permanente.

Aunque la pérdida de audición resultante de la exposición a ruidos sea generalmente confinada hacia una pequeña amplitud de frecuencias sonoras, generalmente, las más altas, los daños causados por productos químicos tóxicos pueden ser sentidos en todos los niveles de frecuencia sonora.

El oído interno también es responsable por la función de mantener el equilibrio y estos compuestos pueden afectar la estructura del oído interno, exponiendo al individuo no solamente al riesgo de la pérdida de audición y al silbido (zumbido en el oído), sino también a mareos y vértigos.

Violencia acústica 

Las Primeras Jornadas Internacionales Multidisciplinarias sobre Violencia Acústica se han realizado en la ciudad de Rosario, Argentina, en octubre del año 1997. Las jornadas fueron organizadas por el Comité Científico Interdisciplinario de Ecología y Ruido perteneciente a la Asociación de Logopedia, Foniatría y Audiología del Litoral (ASOLOFAL).

El término violencia acústica fue acuñado por esta institución para abarcar la problemática del ruido. Se considera que el ruido constituye una agresión y que no es solo una sensación subjetiva, sino que también destruye por efecto físico, al llegar la onda sonora desplazándose por diversos medios del organismo.

El ruido es un contaminante invasivo que irrumpe en diversos ámbitos y horarios; ante esta contaminación ambiental, el individuo se encuentra indefenso y se resigna, sin tomar conciencia de su derecho al silencio lógico, es decir, a no ser agredido.

Esta agresión lo afecta en todas las etapas de la vida, incluso antes del nacimiento, provocando no solo alteraciones de su órgano auditivo, sino también otros problemas orgánicos, psíquicos y sociales. La agresión sonora produce también desequilibrios en la naturaleza, alterando los ecosistemas.

El principal factor generador de ruidos en una ciudad es el tránsito, lo que provoca en el conductor y el peatón la desatención, el nerviosismo, el estrés y la alteración de los reflejos; todo esto lleva a la posibilidad de un aumento de la tasa de accidentes.

El tránsito es principal factor de ruido en las ciudades

En el ámbito laboral deben tenerse en cuenta tanto las características del ruido proveniente de maquinarias e instrumentos de trabajo como el tiempo de exposición a este durante toda la vida activa de la persona, quien sufre diversas alteraciones siendo la más evidente la pérdida auditiva.

En los espacios educativos el ruido interfiere en el estudio provocando dificultades de atención, concentración y memoria, así como alteraciones en la discriminación del lenguaje con las consecuentes dificultades de aprendizaje. Además, se presentan perturbaciones tanto vocales como auditivas, y el estrés en los docentes como en los alumnos.

Los ambientes de alto nivel de ruido, como las discotecas, las salas de videojuegos, los espectáculos o el uso inadecuado de los auriculares, llevan a la población, especialmente a los menores de edad, a estar particularmente expuesta a situaciones de riesgo.

En nuestros hogares el nivel de ruido producido por los equipos electrodomésticos o los juguetes sonoros infantiles impiden el reposo sensorial necesario.

Ni siquiera los lugares que deberían ser más silenciosos, como son los ambientes hospitalarios, las unidades de terapia intensiva o los geriátricos, escapan al ruido.

Entre las recomendaciones que se han elaborado como conclusión de las jornadas se detalló que la información y la formación de la conciencia colectiva sobre los daños del ruido permitirá que tendamos a modificar nuestros hábitos personales, familiares y como ciudadanos, enfocados a mantener o generar un entorno más silencioso y, por ende, más tranquilo.

Por otro lado, debe controlarse la violencia acústica en ámbitos laborales, urbanos y recreacionales, por ejemplo, en lo que respecta a las normas acústicas en la construcción y el acondicionamiento de los locales escolares y hospitalarios.

Debe trabajarse para disminuir la potencia sonora en los electrodomésticos y otros instrumentos electrónicos. En este sentido, además, debe informársele al consumidor acerca de posibles daños causados por el uso de juguetes sonoros, iPod, celulares, centros musicales o televisores.

Protectores auditivos

Junto con estas aristas de trabajo, debe promoverse el uso de protectores acústicos. Estos deben ser de plástico o de caucho, y entre ellos se incluyen los auriculares, que proporcionan protección básica, aislando el oído frente al ruido; los tapones que brindan una protección mayor frente al ruido, y son menos costos y más confortables que los primeros; en tercer lugar, los algodones, cuyo uso no es recomendado dado que no son buenos aislantes.


Niveles de ruido en el laboratorio

Los principales factores de riesgo físico a los que puede verse sometido el personal del laboratorio son el ruido, la iluminación, las temperaturas extremas, la electricidad y las radiaciones no ionizantes.

El ruido excesivo en los laboratorios químicos y analíticos puede tornarse en un grave problema, así como sucede también en otros ámbitos de trabajo o residenciales. Existen normativas con niveles máximos de ruido permitidos para los lugares de trabajo y es responsabilidad del jefe del laboratorio que estas se cumplan.

En el laboratorio, dos instrumentos que funcionan a 52 dB producen un nivel de ruido de 58 dB. Si se les añade un tercer equipo que produce 58 dB, se suman en total 62,5 dB de nivel de ruido en el ambiente. Lo que nos da una idea más clara para poder comparar estos datos es que una conversación normal produce un nivel de ruido de aproximadamente 50 dB.

Cada equipo se mantiene en funcionamiento por períodos de tiempo distintos. En el caso de los freezers o las heladeras, estos funcionan durante lapsos cortos. Por otro lado, las campanas de extracción o campanas de gases pueden permanecer funcionando durante todo el período laboral.

La forma de minimizar el ruido es instalando materiales insonorizados en las paredes y cielorrasos así como adquirir equipamiento que ha sido diseñado con el objetivo de producir un menor nivel de ruido.

Control del nivel de ruido

La persona responsable de la obra de construcción del laboratorio debe exigir a los constructores que respeten las normativas y utilicen los materiales insonorizadores para disminuir el nivel de ruido, tanto interno como proveniente del exterior.

Cuando un laboratorio ya se encuentra en funcionamiento, pero presenta altos niveles de ruido, lo primero que debe analizarse es si están protegidos los dispositivos que lo generan.
Un ejemplo son los sistemas de análisis que requieren una corriente de nitrógeno de alta pureza. Este generador de nitrógeno de alta pureza puede ser una fuente de ruido. En ese caso se puede optar por utilizar cilindros de alta presión o en su forma líquida en contenedores (Dewars) o en tanques a granel.

El generador de nitrógeno toma el aire del ambiente y lo filtra para eliminar los materiales orgánicos y las partículas suspendidas, comprimiendo el aire a aproximadamente 100 psig y entregándolo a una membrana que separa el nitrógeno del oxígeno y el vapor de agua en el aire. Estos generadores de nitrógeno con compresores internos son muy ruidosos, y producen entre 55 dBA a 60 dBA.

Al utilizar, en cambio, un generador de nitrógeno que emplea un sistema de desplazamiento rotativo sin aceite para comprimir el aire, el diseño puede reducir significativamente el ruido en comparación con otros tipos de compresores, pues el nivel es menor (49 dBA).

Fuentes de ruido en el laboratorio

En un laboratorio normalmente son varias las fuentes que contribuyen al ruido. El nivel ambiental del ruido puede ser tan elevado que el personal de laboratorio no consiga escuchar lo que su colega le está diciendo, siendo esta situación potencialmente dañina.

La forma en la cual se edificó el laboratorio influye en el nivel general de ruido allí. Por ejemplo, en la construcción de los laboratorios generalmente se utiliza hormigón para los pisos y las paredes, pero estos también deben estar equipados con materiales que absorben el sonido.

A esto se suma el ruido externo al laboratorio, en el caso de las áreas industriales, el tránsito de los camiones y coches o el ruido de la propia línea de producción adyacente al recinto del laboratorio. También el ruido es generado por una radio, un teléfono, además de los propios equipos del laboratorio.

Debe tenerse como premisa de que el ruido producido por un equipo en el laboratorio no debe perturbar ni la palabra ni la atención del personal.

A respecto de los equipos, podemos detallar diversos equipos utilizados en un laboratorio de química: generadores de gas nitrógeno, campanas de extracción, heladeras e freezers o compresores, agitadores, molinos, equipos de ultrasonidos, bombas y también los equipos de aire acondicionado, así como las impresoras, correspondientes al propio equipo o a la PC.

En un laboratorio de control de calidad se utilizan también equipos de cromatografía líquida o inyectores de muestra neumáticas de gas. Las fuentes de ruido en el laboratorio de microbiología son las centrifugas, los autoanalizadores, los agitadores, las cabinas de seguridad y los sonicadores. Los laboratorios clínicos cuentan también con homogeneizadores de tejidos, centrífugas o ultracentrífugas, analizadores o motores de agitación.

Ruido producido por las campanas extractoras
Un trabajo de medición del nivel de ruido de las campanas extractoras de las instituciones IBILCE/UNESP, en Brasil, mostró que los niveles de medición de ruido de las campanas de extracción construidas en hormigón, cuya medición promedio fue de 70,33 dB, era mayor que el nivel de las campanas en MDF, que presentaban una medi
ción media de 61,82 dB.
Las campanas de extracción construidas en hormigón que poseían un extractor en su interior tuvieron un índice de ruido mayor promedio de 71,32 dB.

También se concluyó que las campanas más antiguas generaban niveles mayores de ruido, mientras que las campanas en MDF con motores externos presentaron mejores condiciones de trabajo.

Ejemplo de aislación del ruido

Las frecuencias ultrasónicas están por encima del rango audible de los seres humanos, por lo tanto, la transmisión aérea de ondas ultrasónicas no tiene ningún impacto negativo documentado en el cuerpo humano, pues sus niveles de transmisión son muy bajos.

Durante la sonicación de líquidos, el colapso de las burbujas de cavitación genera un ruido estridente. El nivel del ruido depende de varios factores: de la energía, la presión y la amplitud. Este ruido audible, así como sus efectos, son comparables al de otros equipos como bombas, ventiladores o motores. Por esta razón se recomienda el uso de tapones adecuados al permanecer por un tiempo mayor cerca del equipo.Como ejemplo de aislamiento de un equipo, podemos nombrar al procesador ultrasónico UP400S de Hielscher, que posee una caja de protección de sonido para reducir la emisión de ruido a niveles más convenientes. Su uso se recomienda en la rutina del laboratorio. Las cajas de protección de sonido incluyen un soporte, una mesa ajustable de vidrio acrílico para sostener la muestra.

Laboratorio de Acústica y Electroacústica en la Universidad Nacional de Rosario

En la Argentina se cuenta con el Laboratorio de Acústica y Electroacústica dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, de Universidad Nacional de Rosario. Este tiene por finalidad canalizar diversas actividades académicas y de extensión a la comunidad que tengan relación con la acústica, la electroacústica, la psicoacústica y el control de ruido, entre otras disciplinas. El Laboratorio de Acústica y Electroacústica lleva adelante investigaciones sobre ruido urbano, mapas de ruido, simulación del ruido del tránsito.

El laboratorio asiste profesionalmente en las siguientes actividades:

  • Medición y certificación de nivel sonoro ambiental e industrial de acuerdo con normas internacionales, con compensaciones A, C, y lineal y con respuesta lenta, rápida e impulsiva.
  • Medición y certificación de parámetros estadísticos del ruido ambiental e industrias de precisión.
  • Medición de precisión y certificación de la distribución espectral en octavas del sonido ambiental e industrial.
  • Medición de nivel de presión sonora en varios puntos simultáneamente.
  • Determinación de la respuesta acústica y evaluación acústica de salas, estudios y habitaciones.
  • Ecualización de sistemas o habitaciones
  • Asesoramiento en control de ruidos. propuesta de correcciones para problemas de ruido industrial, vecinal, ambiental, en edificios, automotores, etc.
  • Programas de control de ruidos para la industria.
  • Programas educacionales sobre los efectos del ruido sobre el ser humano para el personal en distintos niveles de decisión en la industria.
  • Cursos sobre acústica, psicoacústica, acústica musical, electroacústica y control de ruido ambiental, industrial y en edificios.

 Referencias

– Myers, K. Reducing noise pollution in the lab. Lab Manager [Internet], 201510 (8). http://www.labmanager.com/laboratory-technology/2015/09/quiet-please (acceso: 22 de septiembre de 2015).

– Laboratorio de Acústica y Electroacústica. Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, Universidad Nacional de Rosario. http://www.fceia.unr.edu.ar/acustica/.

– Miyara, F. ¿Cuánto ruido es demasiado ruido? Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, Universidad Nacional de Rosario. [Internet]. 1997. http://www.fceia.unr.edu.ar/acustica/biblio/niveles.htm (acceso: 22 de septiembre de 2015).

– Miyara, F. Niveles Sonoros. Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, Universidad Nacional de Rosario. [Internet]. 1997. http://www.fceia.unr.edu.ar/acustica/biblio/cuanto.htm (acceso: 22 de septiembre de 2015).

– Cercenado Mansilla, E.; Cantón Moreno, R (eds.). Procedimientos en Microbiología Clínica. Recomendaciones de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. SEIMC, Madrid, 2014.

– Lisboa Correa de Oliveira, D; Ikeguchi Ohira, E. N.; Bisinoti, M. C. Avaliação parcial do ruído gerado pelas capelas de exaustão de laboratórios quanto à exposição ocupacional dos servidores do IBILCE/UNESP. UNESP, Araraquara,2010.

– Nascentes, C. C. Segurança Química em Laboratórios Departamento de Química, UFMG.

– Ghent, R. El ruido sumado a la exposición a productos químicos pueden causar daños devastadores.

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