Cada 10 de abril es el Día del Investigador Científico en conmemoración y reconocimiento a quienes hacen de la actividad científica su elección de vida y contribuyen de diversas maneras a elevar la calidad de vida de la sociedad.

En esta fecha se recuerda el nacimiento del doctor Bernardo Houssay (1887-1971), eminente científico argentino cuya trayectoria marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la ciencia en nuestro país. Cofundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, Houssay obtuvo el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1947.

Su mente brillante se dejó ver desde muy joven, como relatan Irina y Solange, dos de sus nietas: “Nuestro abuelo llegó a disfrutar de la gran biblioteca paterna desde muy pequeño. Comenzó la escuela primaria y sin dificultades continuó rindiendo exámenes para terminarla en tan sólo dos años”.

“A los 13, se recibe de Bachiller en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Decide, a sus 14 años, continuar con sus estudios universitarios, pero al no poder ingresar en la carrera de Medicina por su corta edad, se anotó en la Escuela de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, obteniendo su título de Farmacéutico con solo 17 años”, contaron.

La ciencia y la tecnología merecen un lugar central entre las prioridades del país ya que son factores principales para el crecimiento económico de las naciones, generando en interacción con el sector productivo importantes innovaciones que contribuyen al desarrollo sustentable.

Lejos de conformarse, Houssay siguió estudiando: en 1911, a los 23, se graduó de médico, y ya desde los 21 ejercía como profesor en la Universidad de Buenos Aires. El laboratorio y la docencia fueron sus grandes pasiones.

 

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